Después del enorme éxito de la calentología, dogma infalible que, tanto si llueve como sino, tanto si hace frío como calor, la culpa es del CO2 y de la actividad humana, y que tanto chiringuito pseudocientífico mantiene en pie, ahora los malos han puesto su punto de mira en la carne roja. Y es que claro, el señor Bill Gates se ha empeñado en que compremos SUS hamburguesas de césped hechas con impresoras 3D. Hamburguesas que, como no, son renovables, inclusivas, feministas, resilentes y demás jerga New Age.
¿Puede ser que la carne roja siente mal?. Pues claro, como todo, hay quién no la tolera. Como que la carne roja es difícil de sustituir, ya que su densidad nutritiva es enorme, y si no te gustaría prescindir de ella y te lo puedes permitir, primero intenta sustituir esas hamburguesas por piezas magras de carnicería de la buena, por piezas de orígen certificado. Como bien dice el compañero, el afán de lucro de algunas empresas repercute en la calidad de sus productos. Si un chuletón de vaca vieja auténtica te sigue sentando mal, no le des más vueltas, tu organismo no está hecho para la carne roja. El mío tiene serias dificultades con los lácteos y las legumbres, por ejemplo. ¿Quiere eso decir que la carne roja, los lácteos o las legumbres son malos per se?. Pues no, menuda bobada. A mi me pones un chuletón de kilo, crudo por dentro, y una ensalada, por ejemplo, y voy como el capitán general. El hombre dejó de ser un simio comehierbas el día que descubrió el fuego y pudo cocinarse la carne y el pescado, hace varias decenas de miles de años.
Y eso es a lo que pretenden reducirnos de nuevo, a la esclavitud simiésca comehierbas (todos mis respetos a los veganos y vegetarianos, ojo, que les tengo mucha consideración, no voy por ahí). Lleva el hombre cocinándose la carne hace 1.600.000 años, según recientes investigaciones, y ahora resulta que es mala. No le demos más vueltas, la asamblea general de la ONU ha decidido que la carne roja es mala y punto. Como ya viene siendo habitual, tales decisiones no admiten discusión y nos lo van a imponer nos guste o no (tenemos ministro para asegurar que se cumplen los objetivos de la agenda 2030 entre los que se incluyen el dejar sin carne al común de los mortales). Y así, igual que los calentólogos imitan a esas sectas que, una vez vencido el plazo para el fin del mundo, vuelven a renovarlo frente a la más elemental evidencia, que no se ha acabado el mundo y no se han derretido los casquetes polares, que las inundaciones de Alemania fueron mucho peores hace 30 años y que hace 2.000 España era un tórrido secarral que obligó a los romanos a construir acueductos por todos lados, los malos han decidido que el jamón 5J se lo comen ellos argumentando que la carne es machista, contaminante, no sostenible, indigesta, cancerígena y pro inflamatoria. Da igual que científicamente sea insostenible, lo que importa es mantenernos con los niveles de testosterona lo más bajos posible, quieren simios conformistas, acríticos, obedientes, mansos