Con fines estéticos está claro que el orden correcto en primero realizar el entrenamiento de la fuerza y luego el cardiovascular. La razón es sencilla y tiene que ver con la gestión del glucógeno muscular y el hepático. Para generar un buen estímulo durante el entrenamiento de la fuerza se necesitan los depósitos de glucógeno lo más completo posible pues éste es el combustible principal que se va a usar durante dicho entrenamiento. Además esa situación de preagotamiento de los depósitos de glucógeno al iniciar el entrenamiento cardiovascular es la ideal para quemar grasa pues será ésta la fuente de energía principal que se usará y no el glucógeno al haber poco disponible o no haberlo, aunque para el rendimiento de la actividad cardiovascular en sí no lo sea. Esto lo desarrollo brevemente en esta publicación y en esta. También en otras de mi sección donde hablo sintéticamente del metabolismo básico de los macronutrientes
Si los objetivos no son estéticos sí puede contemplarse el orden inverso u otras combinaciones de entrenamiento cardiovascular con entrenamiento de la fuerza, sobre todo en disciplinas deportivas o en contextos donde rendir cardiovascularmente es importante también.