Antes de consumir sildenafil/taladafil

Lo de Príapo y su grandilocuente virilidad y perenne erección no era cosa de envidia entre las deidades del Olimpo, en otras circunstancias el dios de la fertilidad grecorromana hubiera sido dichoso pero lo suyo obedecía más a un castigo que a una bendición, a causa de la ligereza de cascos de su madre, la lúbrica y libertina Afrodita, diosa del amor y la belleza, quien aprovechando la ausencia del nada agraciado, además de malgeniado y celoso de su marido Hefesto, dios del fuego y la forja, le fue infiel con Adonis, el más apuesto de los mortales. Afrodita pensó, y no sin razón, que el fruto de aquel amor prohibido sería un auténtico dechado de encanto y belleza, pero en la mitología griega, como en la vida misma, los pecados de los padres solían pagarlos los hijos y es aquí cuando entra en escena la intransigente y vengativa Hera, diosa del matrimonio y la fidelidad conyugal, quien tomó cartas en el asunto y en castigo convirtió al retoño de Afrodita, el recién nacido Príapo, en un ser dotado de una gran fealdad y de un prominente miembro sexual, el cual permanecería en sempiterna erección sin que ello le pudiera servir de nada, así fue como Príapo fue condenado a andar por esos mundos de Zeus con su masculinidad en ristre y tristemente inútil, irónicamente, en consuelo, se convirtió en “Dios de la Fertilidad”.

El infortunado Príapo ha dado nombre a una enfermedad masculina, el priapismo, en la que el pene permanece en erección prolongada, sin mediar excitación sexual alguna, produciendo un dolor intenso al paciente.

En la foto: Estatua de Príapo en la residencia de la familia Vettii, en Pompeya.

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En realidad el “priapismo” no es una enfermedad sino un sintoma.