Vamos a ver, caballeros, serenidad. Creo que todos acordaremos que hemos sido víctimas de una gigantesca manipulación. Dejando de lado teorías de la conspiración, se sabe perfectamente que a finales de 2019 todos los gobiernos del mundo conocían la epidemia china, las características del SarsCov2, y que su origen era casi a ciencia cierta un laboratorio, dato éste último que es clave para combatirlo. En los consejos de ministros de todo el mundo se estudian a inicios de 2020 informes de expertos independientes que advierten del riesgo de pandemia y de la necesidad de tomar medidas drásticas para evitar su propagación. A pesar de lo anterior, no se toma medida ninguna e, incluso, se permite la celebración del año nuevo chino que convierte la epidemia en pandemia. Bien, creo que hasta aquí no he dicho nada que no sea conocido y que sea objeto de controversia. Tal y como comentaba, vamos a dejar teorías de la conspiración a parte y vamos a suponer que no se tomaron medidas por una mezcla de negligencia, incompetencia e ignorancia supina; hay que reconocer que, a toro pasado, es muy fácil saber qué es lo que había que hacer. Y ahora viene el meollo de la cuestión, y es que, ya con la pandemia en casa, nos siguieron ocultando la gravedad del asunto y mintiéndonos deliberadamente. Que si el pangolin, que si el murciélago, que el virus no tiene nacionalidad, que el machismo mata más que el virus, que si cuatro casos mal contados, que si estamos perfectamente pertrechados, que en Europa no va a pasar nada, que no hace falta cerrar fronteras, que las funerarias no saben contar, etc., etc., etc. Insisto en que voy a hacer ejercicio de fe y vamos a suponer que nos mintieron porque no dan más de si, antepusieron intereses partidistas y particulares al bien general. E ignorancia, estupidez e incompetencia a cascoporro.
Pues bien, en este contexto de mentira y manipulación, me sugieren vacunarme con productos que no han pasado por los procesos normales de desarrollo, que se han saltado los protocolos establecidos y cuyo impacto se desconoce por completo. Por si fuera poco, y espero que todo el mundo lo sepa, antes de invertir un duro, las farmacéuticas firmaron con los gobiernos cláusulas que los exime de cualquier responsabilidad. Su efectividad, si bien en un primer momento pareció indiscutible, ahora mismo está un poco en entredicho. Que países como Israel, que cuentan con un % de vacunados muy elevado, hayan tenido que volver a las restricciones, pone en tela de juicio la inoculación.
Visto lo visto, yo he optado por esperar y no vacunarme. Creo que es una opción muy sensata y, en cualquier caso, es un derecho que no debería ponerse en duda. Nadie puede obligarme a tomar algo que yo no quiera tomar. Yo he estado trabajando durante toda la pandemia, no tuve derecho a confinamiento ninguno, y he intentado llevar una vida normal dentro de lo que cabe. Mantengo la distancia de seguridad, me pongo la mascarilla donde corresponde y evito aglomeraciones y saraos. Ni yo, ni nadie de mi entorno se ha contagiado. No es a los que no queremos vacunarnos a los que hay que perseguir, es a los descerebrados.
Me hace gracia ver a los sacerdotes progres lanzar anatemas desde sus púlpitos de la Sexta y satélites, cuando fueron los primeros en negar la pandemia y a meternos en el infectódromo del 8M de 2020. Los ahorcaría a todos, ellos sí son los responsables directos de la muerte de miles de personas.
Me ha alegrado mucho ver la respuesta de un % considerable del foro, que no se cree las patrañas y las burdas mentiras de nuestros gobiernos.